Promemar recoge 57 toneladas de residuos de los fondos marinos, costas y barrancos de Tenerife en una década

RobynGoods ha entregado a la Asociación Promemar, una de las entidades sin ánimo de lucro (ESAL) con las que colabora, un donativo de 200 euros de su cofre solidario, uno de los mecanismos de donación directa que implementa esta plataforma online pionera en el mundo por su carácter filantrópico, cuyo objetivo es convertirse en un canal de ayuda complementaria para las ESAL a través de su disruptivo eSolidario. Con esta cuantía, Promemar tiene previsto adquirir material básico para desarrollar su labor principal: la limpieza de los fondos marinos y terrestres de Canarias. Un trabajo vocacional y voluntario que la asociación viene desarrollando desde hace una década. Concretamente, este año cumple su décimo aniversario. Una trayectoria de actividades de limpieza, combinada con una faceta divulgativa para concienciar a la población sobre la conservación del medioambiente marino insular.

“Somos una asociación medioambiental marina que se dedica a las limpiezas submarinas y terrestres (costas y barrancos) en Canarias, aunque actualmente circunscrita a Tenerife por una cuestión de recursos económicos. No obstante, esperamos crecer y ampliar  el radio de acción para actuar en todo el archipiélago. Nuestro propósito es que la biodiversidad marina alcance un equilibrio. Lograr que nuestros océanos y mares estén un poco más sanos”, resalta la coordinadora de Promemar, Carmen Macías. Para hacernos una idea de la magnitud de su labor altruista y del problema derivado de la contaminación provocada por el vertido de residuos en nuestro litoral, Macías señala que se han extraído nada menos que 57 toneladas de basura de las playas de la isla en una década de actividad. “No podemos perder la perspectiva de que los residuos en su mayor parte son material ligero. Esto nos da una dimensión del problema al que nos enfrentamos. Nuestro objetivo es acabar con esa lacra o por lo menos minimizarla”, defiende Macías “. Estas limpiezas suelen durar entre tres o cuatro horas. Hay zonas geográficas que  necesitan más actuación como es la Playa de Las Teresitas (en Santa Cruz de Tenerife), donde siempre se actúa: el Día Mundial de los Océanos (8 de junio) y el Día Mundial de las Playas (18 septiembre). “En la última limpieza de esta playa sacamos 327 kilogramos de basura”, afirma la coordinadora. El recuento de residuos de una limpieza se sube a una plataforma nacional denominada ‘Marnoba’, que registra todos los datos. ”Tenemos registros desde  2013 y esto no da una visión por zonas, qué tipo de residuos, etc. A estas alturas en todas las limpiezas aún seguimos encontramos neumáticos, algo incomprensible”,  apostilla Macías.

Cabe preguntarse quiénes conforman esta cuadrilla de tritones (mujeres y hombres),  que cuidan nuestros fondos marinos. Promemar es una entidad pequeña. La integra una treintena de personas, donde “cada una aporta su granito de arena”. Unas como socios, otras más activos en las limpiezas terrestres o en las marinas, en estas últimas, buzos profesionales. “Somos la familia de Promemar, es como me gusta llamarla”, enfatiza Macías. Tienen edades que oscilan entre los 16 y 78 años. “Contamos con familias enteras, que empezaron con hijos pequeños. Al tiempo, que otros se jubilaban, estos, ahora ya adultos, con más de 20 años incorporan también a sus parejas y, estas a su vez,  traen a sus padres” explica Macías. Esto es Promemar. Una pequeña familia que hace cosas grandes. Pese a la limitación de recursos y  a la dimensión del colectivo, son protagonistas de proezas, movidos por una consciencia de proteger al planeta. Les mueve el compromiso y la dedicación, además de la responsabilidad de que deben hacer algo por lograr un mundo mejor y más sano.

Toda la actividad de la asociación se engloba bajo un proyecto que se denomina: ‘Por un océano más sostenible’, que recoge un programa anual de limpiezas de los fondos marinos y terrestres de la isla, junto a otras actividades paralelas como son las charlas divulgativas dirigidas al ámbito educativo, empresas privadas o asociaciones para concienciar sobre la necesidad de cuidar a los océanos y mares. Además, el programa incluye una exposición fotográfica itinerante que recorre distintos espacios, que tiene una finalidad didáctica. “Las imágenes tienen mucho poder”, declara la coordinadora. Así por un lado, la exhibición muestra la grandiosidad y belleza de los fondos marinos locales y, por otra, las consecuencias del impacto nocivo del hombre en el medioambiente marino y terrestre a través de las actuaciones que lleva a cabo el colectivo.

Macías expone que “la contaminación por el uso del plástico es una lucha que nos afecta a todos y que aún queda mucho por hacer”. “Es un problema gravísimo, ya que la degradación del plástico genera un problema como son los microplásticos y nanoplásticos que afectan al ecosistema marino y terrestre. Es el residuo protagonista de las limpiezas, junto a otros como envases (latas) y residuos de pesca (boyas, nasas, entre otros)”, detalla Macías. Desde Promemar se enfatiza en que además de dotar a las playas de mayor cantidad de infraestructuras como contenedores, lo más importante para alcanzar el equilibrio del ecosistema y la sostenibilidad, pasa por la educación ambiental, cuya primera acción es la de recoger los residuos que generamos. No obstante, más relevante aún es la concienciación individual y colectiva, es decir, concienciar  sobre los daños que se producen en el ecosistema. “Por ejemplo, dejar una colilla en la playa contamina ocho litros de agua, esto es muy grave. Tenemos que despertar la sensibilidad sobre nuestro entorno porque es frágil”, apunta la coordinadora de Promemar.

 

La gran amenaza del plástico

Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), solo es 10%  de los  400 millones de toneladas de plástico que se producen cada año llegan a reciclarse. De esta cifra entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos acaban en el medio natural, como océanos, mares, lagos y ríos con los problemas medioambientales y de salud que eso conlleva. En estos momentos, la contaminación por plásticos es uno de los problemas ambientales más acuciantes en todo el planeta que amenaza a más 800 especies marinas y costeras, degrada los ecosistemas y destruye la diversidad, entre otras muchas consecuencias. Desde Greenpeace se explica que los plásticos no permanecen en el agua de los océanos: los fragmentos más pequeños (microplásticos y nanoplásticos) se introducen en el cuerpo de numerosas especies marinas y  de ahí, avanzan por la cadena alimentaria hasta llegar a nuestros platos. Incluso hay evidencia de plásticos en el aire que respiramos. Reducir el uso y el impacto que los plásticos tienen el ecosistema es responsabilidad de todos, de las administraciones públicas y las empresas fabricantes.

Para Macías la esperanza del planeta está en las generaciones futuras. “Quizás ellos puedan revertir este proceso. De ahí la importancia  de la educación ambiental desde la base, no solo en el ámbito escolar y, en otros colectivos, sino también en los hogares. La labor de difusión es importantísima porque genera hábitos beneficiosos que protegen el entorno. Tenemos que ser capaces de trasmitir  estos valores a nuestros hijos. El ejemplo que das como padre o como madre es fundamental. En relación a los adultos, Macías considera que la tarea pasa por despertar en responsabilidad medioambiental, pero no está todo perdido. Solo hay que cambiar costumbres, transformar nuestra manera  interactuar con el entorno. Son los residuos del olvido. Tras la pandemia de la Covid, las mascarillas se convirtieron en un problema gravísimo”, argumenta la coordinadora.

“Si personas de 60, 70 o más años han aprendido a manejar las nuevas tecnologías, por ejemplo un smartphone, resulta  mucho más sencillo aprender a recoger nuestra basura. Considero que es más fácil aprender esto que enviar un whatsapp o descargarte una aplicación”, sentencia Macías. “Si estás en una playa y no hay contenedores, tenemos que asumir la responsabilidad de llevarnos la basura a casa, para luego reciclarla. Es un comportamiento que parece lógico y cívico, pero lamentablemente no es así porque no sé es consciente de sus repercusiones. Pensamos: ¡por una lata no pasa nada¡ o por una colilla, ¿qué va a pasar? Pero, ¿qué repercusiones se derivan de que una gran parte de la población piense y actúe de la misma manera?”, reflexiona Macías.

El desarrollo de esta labor está sujeta a numerosos trámites burocráticos en diferentes administraciones públicas como: Consejería de Transición ecológica, lucha contra el Cambio climático y Planificación Territorial, Capitanía marítima, el Ayuntamiento (del municipio donde  se vaya a realizar la actividad), Puertos canarios y Consorcio de Aguas. Cada vez se requiere mayor cantidad de documentación. Se abonan tres seguros: para las actividades terrestres, las submarinas y otro de accidentes para voluntarios, que suman unos costes elevados. Además, se precisa un plan de seguridad con visados por los que hay que pagar, además de todo el material y los equipos de buceos. Los gastos se cubren con las cuotas de los socios y también con la aportación fundamental de las empresas colaboradoras como Fundación Loro Parque e Hidráulica. Toda aportación económica, por mínima que sea, es sumamente importante para desarrollar la actividad de la asociación ya que siempre hay un flujo constante de gastos (recarga de las botellas de aire comprimido para los buceadores en las inmersiones, además de las bolsas y los guantes para las limpiezas). “Durante estos años ha habido muchos momentos de flaqueza. Pese a todos los obstáculos, cuando sientes el apoyo que te rodea, las pocas dudas se disipan. Nos sentidos arropados por nuestra labor”, señala Macías. Nuestro lema lo resume una frase del periodista y escritor uruguayo, Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”.  Esto les da impulso a continuar con más ganas si cabe.